lunes, 12 de agosto de 2013

CULTURA 1890-1930


‘’Tradicionalmente, la palabra ‘’cultura’’ sólo evocaba contenidos librescos y hasta alardes jerárquicos. A partir de la Antropología, se sabe que engloba toda la actividad humana, aun la más cotidiana y anónima.’’ –Mi Tierra Uruguay.

Uruguay entró al siglo XX pisando fuerte, tanto en lo económico como en lo social, hasta convertirse en un país modélico. A las libertades democráticas y un respetable nivel de vida se unió la alfabetización de casi toda su población. Actualmente, ser uruguayo es una manera de ser, nuestra gran actividad cultural manifestada en todas las áreas del pensamiento, arte y ciencia, es reconocida internacionalmente. La cultura de nuestro país es una larga lista de nombres ilustres y obras consagradas, a lo que se le suma la charla del café, la celebración de los goles y el mate siempre pronto.

Literatura 1890-1930.
‘’La Literatura nacional nació junto con el país, en un territorio en el cual, la ausencia de una cultura indígena precolombina avanzada, se sumaba el escaso desarrollo de la sociedad colonial. En la actualidad, las letras uruguayas se encuentran entre las más importantes del mundo.’’

Eduardo Acevedo Díaz puede ser considerado como el primer novelista uruguayo, su especialidad fue la novela histórica, con títulos como Grito de gloria, El combate de la tapera, Nativa e Ismael.

En 1900 tuvo su apogeo la Generación del 900, la cual incluye figuras relevantes como José Enrique Rodó, Julio Herrera y Reissing, Florencio Sánchez, Javier de Viana, Delmira Agustini, María Eugenia Vaz Ferreira, José Alonso y Trelles, y Horacio Quiroga. Ellos no sólo cambiaron los criterios literarios, sino hasta el arquetipo de escritor: el universitario intelectual fue reemplazado por el audaz autodidacta de las ‘’peñas’’. Los lugares de cita que dieron nacimiento a la moderna literatura fueron: primero, el Polo Bamba, abierto hasta 1915, y luego el Tupí Nambá, el Ateneo, La Cosechera y el Sorocabana.

Las mujeres poetas.
A lo largo de la historia de la literatura nacional nunca estuvo ausente la mujer, por más que durante años su presencia fue vista por los ‘’hombres de letras’’ como un fruto de la gracia o el capricho femenino. Son muchos los nombres de grandes escritoras.
Sin haber alcanzado los 20 años, Delmira Agustini (1886-1914) publicó El libro Blanco, lo que según Zum Felde, causó ‘’un movimiento de admiración y estupor en el pequeño ambiente intelectual del país’’. Su segundo libro, Cálices vacíos, fue publicado en 1913. Era demasiado para un Uruguay que entraba en la modernidad, Delmira murió trágicamente.
A su mismo período pertenece Eugenia Vaz Ferreira (1875-1924). Repartía copias manuscritas entre sus amistades, no aspiraba ni imaginaba la gloria literaria, hasta que finalmente se decide a seleccionar sus mejores poemas pero una grave enfermedad le salió al paso y no tuvo tiempo. Su hermano, Carlos Vaz Ferreira, concretó la tarea y publicó La Isla de los cánticos.
Ya habían muerto estas dos poetas cuando surgió Juana de Ibarbourou (1892-1979). Solo esta gran poeta pudo definir con precisión las grandes líneas temáticas que marcaron su obra desde que apareció Las lenguas de diamante (1919), su primer libro. No en vano fue, y sigue siendo, ‘’Juana de América’’. 

Voces mayores de nuestra literatura.
Es muy difícil reseñar la literatura de Uruguay en unos pocos nombres, pero las más relevantes fueron:
*Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931): Representante del Romanticismo latinoamericano y director del diario católico ‘’El bien público’’, ocupó altas jerarquías en la sociedad de su tiempo. Contribuyó al sentimiento de identidad nacional con La epopeya de Artigas (1910). Su obra ensayística incluye títulos como Resonancias del camino (1896), Huerto cerrado (1900), Conferencias y discursos (1905), El sermón de la paz (1924) y El libro de Ruth (1928).
*Eduardo Acevedo Díaz (1851-1921): Su obra, plena de elementos realistas y románticos, fue forjadora del sentimiento nacional y sentó las bases de la narrativa uruguaya. Sus principales obras históricas son: Grito de gloria (1893), Lanza y sable (1914), y Nativa (1890). En ellas la historia individual e inventada de los personajes se desenvuelve sobre el trasfondo histórico de las guerras por la Independencia, el fin de la emancipación y hasta el surgimiento de las divisas. Otras obras: Minés (1903), Épocas militares de los países del Plata (1914), Soledad (1892), entre otras.
*José Enrique Rodó (1871-1917): Con Ariel (1900) cuando tenía solo 29 años, Rodó quedó consagrado como el maestro y guía de toda una generación americana. ‘’Motivos de Prometeo’’ (1909) sintetiza las mayores preocupaciones del autor, de él se desglosan casi todas las parábolas, pequeños relatos aleccionantes que han forjado su celebridad. Entre otros títulos cabe destacar: Liberalismo y jacobinismo (1906), El Mirador de Próspero (1913), El camino de Paros (1918), Últimos motivos de Proteo (1932). En 1899, Rodó publicó su medular estudio sobre Prosas profanas, de Ruben Darío.
*Horacio Quiroga (1878-1937): Aunque el relato breve fue su forma de expresión distintiva, Quiroga publicó el poemario Los Arrecifes de coral (1901) e incursionó en la novela con Historia de un amor turbio (1908) y Pasado amor (1929). Sus cuentos más relevantes aparecen en: Los perseguidos (1905), Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), Cuentos de la selva (1918), Anaconda (1921), El desierto (1924), La gallina degollada y otros cuentos (1925), y Los desterrados (1926). Salto lo reivindica como su mayor gloria literaria, pero su legendaria condición de escritor huraño está ligada a largos años en la selva amazónica argentina.
*Florencio Sánchez (1875-1910): A ambas márgenes del río de la Plata perteneces, de alguna manera, el fundador del teatro nacional uruguayo. Nacido en la ciudad de Montevideo, periodista en Minas, y luego en Rosario y Buenos Aires, estrenó en teatros uruguayos y argentinos obras de hondo contenido social, como M’hijo el Doctor (1902), La gringa (1904), Barranca abajo (1905), En familia (1905), Los muertos (1905), Los derechos de la salud (1907) y Nuestros hijos (1908).
*Juana de Ibarbourou (1892-1979): En 1929, en la escalinata del Palacio Legislativo recibió el título de ‘’Juana de América’’, aunque siguió prefiriendo el callado afecto de sus incontables lectores anónimos, desde los niños de escuelas a hombres y mujeres que agotaban las ediciones sucesivas de Lenguas de Diamante (1919), El cántaro fresco (1920), Raíz Salvaje (1922).


María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou
Juan Zorrilla de San Martín, Fransisco Bauzá y Enrique Rodó



Música
Rica en ritmos, melodías, instrumentos y danzas inconfundibles, la música nacional cubre todos los campos, desde el folklore, el tango y el candombe, hasta la (mal llamada) ‘’clásica’’. En todas las modalidades, nuestra música es una constante búsqueda de la propia identidad.
El gran drama de la música americana es la búsqueda de una identidad propia y diferenciada de los europeos. Los compositores latinoamericanos  que pretendieron crear un lenguaje musical propio y distintivo tuvieron que comenzar luchando por liberarse de los modelos europeos, de los cuales, además, no podían prescindir.
Si este problema de identidad afecta a todo el continente, cuánto más afectará a Uruguay, que además de tener una cultura predominantemente europea (y en menor medida africana), tenía escasísimas diferencias culturales con los países vecinos.
Con el poblamiento del medio rural uruguayo aparecieron algunos elementos musicales característicos: la guitarra española como un instrumento predominante, el cantor solitario como artista espontáneo y algunas formas musicales diferenciadas o más o menos propias: la milonga, el cielito, la cifra, el gato, y el estilo, o triste.
A principios del siglo XX surge el primer intento serio de crear una música nacional. De ese tiempo es la figura de Eduardo Fabini (1882-1950), por muchas razones el compositor uruguayo más importante. Fabini realizó un serio intento de conocer las formas y ritmos folklóricos de Uruguay. De su obra, bastante amplia y poco conocida, es posible escuchar dos de sus poemas sinfónicos Campo y La isla de los ceibos y algunas canciones memorables como Luz mala.
Influenciados por Fabini, entre 1920-1950 surgen varios compositores de importancia como Luis Clouzeau Mortet, Brocqua, Vicente Ascone, Carlos Estrada, Pedro Ipuche Riva, el italiano Guido Santorsola, entre otros.

Con la irrupción de los inmigrantes a comienzos de siglo, el tango alcanzó su pleno carácter y dejó de ser exclusivamente la música de los ‘’orilleros’’. Alfredo Bevilacqua, Juan Maglio, Alfredo Gobbi, Agustín Bardi, Roberto Firpo, Pascual Contursi, son algunos de los que rescataron al tango de la cladestinidad y lo llevaron a la Europa de preguerra, donde los ‘’niños bien’’, ávidos de emociones fuertes, lo consagrarían como una moda. En este momento el piano, fue arropado por la orquesta. Algunas piezas reubicaron el éxito de ésta transformación, entre éstas ninguna como el tango ‘’La Cumparsita’’ presentado en 1917, en ‘’La Giralda’’, en la Plaza Independencia.
Al promediar la segunda década, Pascual Contursi confirmó la tendencia de ponerle letras al tango. No pasó mucho tiempo hasta que los cantores, dejando el cultivo del folklore, asumieran la canción. Sin embargo, el ‘’milagro’’ lo hizo alguien que para algunos nació en 1882, en Tacuarembó, Carlos Gardel.

Una de las tradiciones que se conservan desde épocas muy antiguas es el del conjunto de morenos que recorren las calles tocando candombes en los tamboriles. Esencialmente, el Candombe fue una danza basada en un ritmo sincopado muy particular que se tocaba con el tamboril. Más allá de sus particularidades el ritmo se asemeja a otros de origen afro-americano, que son propios de otras áreas del continente. El candombe estuvo ligado desde sus orígenes a las expresiones carnavaleras. La preminencia del candombe como danza se mantuvo hasta los primeros treinta o cuarenta años del siglo XX, cuando el tema comenzó a interesar a artistas blancos que le quitaron su carácter marginal, como Figari en la pintura y Jaurés Lamarque Pons en la música. En Uruguay el candombe como canción fue cultivado por Romeo Gavioli, creador del ‘’Baile de los morenos’’. Luego, José Carabajal ‘’el Sabalero’’ compuso también, algunos candombes memorables.




Carnaval
A comienzos del siglo se empiezan a formar murgas modernas, en ese tiempo era popular la zarzuela y compañías españolas de este género que viajaban a nuestro país. En 1909 una de esas compañías llegó a Montevideo para presentarse en el teatro Casino, acompañada del actor Diego Muñoz, quien dirigía un conjunto llamado Murga La Gaditana. Esta tenía cinco instrumentos: el saxofón, la flauta, el pistón, el bombo y los platillos. Un grupo de amigos al ver el espectáculo decidieron sacar una murga llamada La Gaditana que se va. Fue la primera murga uruguaya que actuó en el Carnaval, compuesta por 6 jóvenes humoristas que ejecutaban trozos de murga original. Cantaban versos referidos a acontecimientos nacionales como extranjeros, políticos y de interés público.
El Carnaval comienza a institucionalizarse, en la ciudad de Montevideo principalmente. En 1905 se crea el actual concurso oficial de comparsa de negros y lubolos cuya primera edición fue ganada por Negros de Asia. Luego, en 1910 la murga La Gaditana que se va gana el primer concurso oficial de murgas.
Existen algunas referencias de otras músicas, como la Excéntrico Musical, o Los Pichones de este año. Las canciones tenían la música de las zarzuelas más populares de la época, iniciando la tradición murguera de usar melodías no originales.
‘’Los Profesores Diplomados’’ incorporaron al conjunto en 1915 a un negro, soldado y tambor de la Escuela Militar, para que tocara el redoblante, esta idea fue tomada y perfeccionada por José Ministeri (director) quien crea en 1918 con sus Patos Cabreros, con batería de murga tal como se conoce actualmente. En un primer momento las murgas cantaban sus melodías con un ritmo adecuado para el desfile, pero después, gracias a la batería de murga, fue cambiando hasta llegar a
la marcha camión conocida actualmente.
Con el pasar de los años, los espectáculos y festividades ofrecidas en el carnaval se han diversificado, lo que llevó a la creación de nuevas categorías en los concursos oficiales.

Arriba a la izquierda dos participantes de los concursos de disfraces del Parque Hotel, abajo, los integrantes de una murga a su paso por 18 de Julio, y a la derecha, uno de los miles artistas que participan en las llamadas del Carnaval.
Humor

Los orígenes del humor nacional fueron una humorada, el gran pionero fue Fransisco Acuña de Figueroa, a quien luego se le encargó el Himno Nacional. Sin embargo, su fama provenía de los epigramas, letrillas, odas y elegías que escribía.

En la segunda mitad del siglo XIX, el periodismo satírico experimentó un auge inversamente proporcional al tamaño del país. Algunos títulos: ‘’El Candil’’(1890), ‘’El Garrote’’ y ‘’Sancho Panza’’ (1891), ‘’La Langosta’’ (1893), ‘’El Pobrecito Hablador’’, y la Tormenta (1894).
Luego de la Revolución de 1897 se dio el nacimiento de revistas humorísticas mejor estructuradas, ‘’La Alborada’’, ‘’Caras y Caretas’’, y, en 1897 pasó a Buenos Aires ‘’La mosca’’ y ‘’El negro Timoteo’’. 
Habían afines a una curiosa ornitología: ‘’La cotorrita liberal’’, ‘’La cotorrita del Plata’’, ‘’La cotorrita oriental’’, ‘’La cotorrita uruguaya’’ (los tres de 1898) y ‘’La cotorrita moderna’’ (1910).
Durante el primer tercio del S. XX se acentuó la impronta de la política. ‘’La Mosca’’ se definía como órgano opositor a Batlle, ‘’El Gran Bonete’’ (1918) se confesaba antipolítico, ‘’Salpicón’’ (1910) presumía ser anticlerical, y ‘’El Tábano’’ (1929), explicaba su intención de vivir ‘’mientras exista el caquerismo’’.

La Pintura
Los críticos coinciden en señalar de la pintura nacional su juventud, su recato y su desdén por la monumentalidad; se ha convertido en un arte que trasciende las fronteras.
En Uruguay, arte e historia tienden a participar del recato y del intimismo de estas tierras. nos referimos a su “juventud”, ajeno a las tradiciones precolombinas que imperan en otras comarcas  también a “permeable”, influenciado por la cultura traída por los inmigrantes de las grandes metrópolis. El arte uruguayo también es ponderado, recatado e intimista, ya que no se caracteriza por obras de gran tamaño.
Angel Kalemberg define al arte uruguayo como un “arte de individualidades orientado hacia la investigación”, ya que los grandes nombres no surgen de una tradición propia, sino que adquirieron su formación en el extranjero y luego lo desarrollaron en el país. Además, es un arte uruguayo que no deja de ser latinoamericano debido a que todos los artistas del país están inmersos en la complejidad que caracteriza al Nuevo Mundo.
Dentro de la pintura de esta época, encontramos obras de Juan Manuel Blanes, donde ofrece una visión galante del campo uruguayo, poniendo para ello al gaucho sufrido en un nimbo pictórico.
Uno de los grandes personajes de la pintura nacional es Pedro Figari, quien descubrió en la pintura el secreto de su juventud. Estuvo presente desde 1861 y 1938, en Montevideo. En 1920, decidió cambiar la normativa de las leyes por la colorida libertad de la paleta, montó su atelier en Buenos Aires, donde los pinceles, los cartones y las telas comenzaban a configurar el arte que lo inmortalizaría como uno de los grandes de la plástica uruguaya. Sus obras se basaban en la pintura de los negros, los pericones, los patios de estancia, salones federales, etc. Y algunas de sus características son la espontaneidad y la inmediatez, el uso intuitivo del color, la capacidad innata para dotar de movimiento a los personajes de sus cuadros y una gran sabiduría acerca del comportamiento humano.
También es importante nombrar a Rafael Barradas (1890-1929), su obra es un prodigio de la línea, del arabesco, del dibujo, de la sabiduría para poner un color, etc. Su visión del mundo, dramática en sus temas, contrasta con la alegría de su paleta, plena de tonos claros.
Otro autor que entregó su vida al arte, a la docencia y a la reflexión es Joaquín Torres García (1874-1949), buceador infatigable de las más distintas posibilidades estéticas, se replegó finalmente sobre si en lo que él mismo bautizó como “universalismo constructivista”. Su insaciable pasión lo llevó a decorar hasta sus muebles y enseres de su casa con signos y símbolos que constituían las claves de su mundo espiritual, para entender la estética del siglo: el libro “El descubrimiento de si mismo” (1917). 
Alfredo De Simone (1892-1930) trasladó a sus lienzos la calidad de los muros que acariciaba con su mano lisiada en su tránsito diario por el Barrio Sur. Pintor de materia abundante y uso de la espátula, dejó un cuerpo importante de paisajes, en donde plasmó su sensibilidad y su amor por Montevideo.
Un factor que afectó a los artistas plásticos fue la quiebra institucional producida en los años setenta, como respuesta surgieron talleres de enseñanza particulares los cuales fueron llamados “Generación de los 80”.
-         Algunos de los museos y lugares históricos de nuestro país:  Museo Municipal de Bellas Artes, Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales, Museo Torres García, Museo Histórico Nacional, Museo del Pan, Museo Histórico Casa de Rivera, Colección de Abanicos, Fortaleza de Santa Teresa, Fuerte San Miguel, etc.


De izquierda a derecha, ''Uno de los Chiripaes'' Juan Manuel Blanes, ''Retrato de J.C.M'' de Carlos Federico Sáez, ''Partido de fútbol'' de Carmelo de Arzadum, y ''García Lorca y otro'' de Rafael Barradas. Ejemplos de la pintura uruguaya.

Escultura

Es una de las manifestaciones estéticas menos difundidas pero mas logradas del arte nacional. En la segunda mitad del Siglo XIX, la presencia de artistas extranjeros como el español Domingo Mora (1840-1911), sirvió como estímulo para la inspiración de artistas uruguayos. Se pueden señalar nombres como Salvador Giménez, Federico Soneira y los hermanos José Luis y Nicanor Blanes, hijos del pinto Juan M.Blanes.

La carencia de condiciones adecuadas para la realización de grandes fundiciones llevó a que monumentos ideados por artistas nacionales a través de dibujos y maquetas compartieran autoría con extranjeros.

Más tarde, el constructivismo y el abstractismo de Torres García inspiraron muchos creadores de moderna actualidad y sensibilidad propia. Mattos, Podestá, Cabrera y Pailos, han dejado obras de muy alta expresión plástica, línea culminada con las rutilantes creaciones de Mario Lorieto.





Arquitecturas

La inclusión de obras más recientes no es fruto de la casualidad, sino una invitación a reconocer el país a través de su más actual arquitectura.

Unas de las más importantes arquitecturas construidas en 1890 fue el Hospital Italiano Umberto I (Montevideo), expresividad propia del eclecticismo del siglo XIX y estructura espacial resuelva por una secuencia.



Un ejemplo de arquitectura en esta época es el Hospital Italiano Umberto I, en Montevideo. Ingeniero Luis Andreoni (1890). Se ve una expresividad propia del eclecticismo del siglo XIX y estructura espacial resuelta por secuencias de loggias y patios.



La actividad científica

Casi mil artículos de científicos uruguayos han sido publicados en revistas de alcance mundial, e investigadores nacionales han obtenido importantes premios internacionales por su trabajo hecho en Uruguay.
José Luis Massera desarrolló una escuela de matemáticas uruguaya, reconocida internacionalmente en 1930.

Gastronomía

No es fácil establecer con precisión cuales han sido las raíces de una presunta gastronómica criolla, ya que como única referencia se conservan fragmentos de cronicas de viajeros europeos, dibujos y apuntes. Según aquellos fragmentos se debe imaginar a los indígenas trepados a los árboles recogiendo frutas silvestres, corriendo detrás de las presas, o en la orilla de los ríos.
El amor por la pasta ‘’fatta in casa’’ y el gusto por los quesos y el vino, la polenta y la carne remozada con mostaza y vino, las tartas de verduras, jamón y queso o de frutas de estación, son sólo una muestra de que la gastronomía uruguaya recuerda los sabores y aromas de sus antepasados.
Los franceses marcaron su presencia en nuestra gastronomía, a través de los viajeros rioplatenses que recalaban en París, capital hedonista del mundo occidental. Cuando regresaban a su tierra, traían sus maletas con cartas de restaurantes, libros de cocina y recetas que habían sido pedidas a parientes y amigos.

Deporte

Tiene una enorme influencia social, constituye un dato inequívoco para analizar la identidad nacional, y hay un hecho significativo: “las más grandes hazañas del Uruguay nunca fueron de deportistas individuales, sino de esfuerzos colectivos de conjuntos y equipos”.
Dentro de los deportes, en 1891 se introduce el waterpolo a nuestro país.  El rector de la Universidad de la República, Alfredo Vázquez Acevedo, fue uno de los primeros hinchas del club Nacional de futbol, fundado en mayo de 1899. El nombre del equipo y los colores no fueron casualidad.
En 1891 nació el Club Peñarol, aunque con el nombre de Central Uruguaya Railway Cricket Club.
Desde que éstos se enfrentaron por primera vez en 1900, ambos siguen vitales. Así fue que en 1912, el gobierno de Batlle y Ordoñez creó la Comisión Nacional de Educación Física (primera institución oficial de su género en el continente y también pionera en exigir la ficha medica) para practicar cualquier deporte.
-         LAS GLORIAS DEL FUTBOL
Todo el mundo lo sabe: hablar de futbol, pero hablar en serio, es decir Uruguay.
Pasión, orgullo, rivalidad, alegría, dolor, bronca, etc. está en juego cuando se habla del futbol.
En 1916 se jugó en Buenos Aires un torneo amistoso entre Uruguay, Argentina, Chile y Brasil; a instancias de ese campeonato y por iniciativa del uruguayo Hector R.Gomez se creó la Confederación Sudamericana de Futbol y al año siguiente en Montevideo nacieron oficialmente los Campeonatos Sudamericanos.
Con el prestigio ganado por los títulos olímpicos de 1924 y 1928, y dentro de los festejos del centenario de la Jura de la Constitución, Uruguay organizó el Primer Campeonato Mundial.
El triunfo celeste en los fuegos de 1924 en Paris constituye una maravillosa saga del futbol mundial, además, fue la primera vez que un equipo americano jugaba en Europa.
El campeón olímpico Leandro Andrade en 1924 y 1928, representa para la FIFA el primer mito mundial del fútbol.
Dentro del deporte, construir el Estadio Centenario fue una proeza que demandó menos de un año, entre febrero y julio de 1930 fueron excavados 160.000 m3 de cemento, y colocados 14.000 m2 de cemento que aún estaba fresco el 18 de Julio de 1930 cuando desfilaron las delegaciones.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, cuando se reanudaron los Mundiales, Uruguay marcaría lo que quizá sea la mayor hazaña de la Copa: vencer al gran favorito Brasil en la final, acto que ocurrió en 1930.
Uruguay ganó todos los partidos jugados en el siglo XX, en su suelo: 1917,1923 y 1924; en el exterior: 1926.



De izquierda a derecha distintos logros en diferentes deportes: remo, rugby, cricket, baloncesto, natación y tenis. 

BIBLIOGRAFÍA: 
Mi Tierra Uruguay - El Observador
Wikipedia 

Gimena Castro y Verónica González 6to SH 13